Durante mucho tiempo me ha gustado creer que todo buen
verso estaba al final de un camino lleno de espantos y pena.
El sendero poético que me atreví a imaginar conducía a un
lugar más glorioso cuanto mayores eran los sufrimientos del
camino. Los malvados elegían un camino fácil que no llevaba
a ninguna parte.
verso estaba al final de un camino lleno de espantos y pena.
El sendero poético que me atreví a imaginar conducía a un
lugar más glorioso cuanto mayores eran los sufrimientos del
camino. Los malvados elegían un camino fácil que no llevaba
a ninguna parte.
Más tarde, Robert Graves me reveló una verdad: existe la musa
y es la mujer que uno ama. Desventuras de última hora me hicieron
y es la mujer que uno ama. Desventuras de última hora me hicieron
ver que tal vez ambas intuiciones son ciertas. El camino difícil es
el camino del enamorado y del poeta. Ese camino es el que conduce
a la diosa, que es la mujer amada y la única que conoce - o nos hace
conocer - la música buscada.