I may be on the side of the angels, but don't think for one second that I am one of them.

15.6.11

Make it one for my baby, and one more for the road.


Porque sí, sabemos que tengo un tema con el abandono (y que probablemente se deba a algún desvarío de mi infancia) pero si hay algo que me cuesta más que el abandono es el reemplazo. Palabra fuerte, si las hay. Ser abandonado es desprenderse de un lazo, desajustarse el cinturón: sentirse inseguro. Cuando alguien me abandona me siento huérfana, perdida, sin tierra. Soy Ammar Mousa, luchando contra los israelitas. Soy yo, entre la neblina buscando el camino de vuelta a ninguna parte. Ése es el abandono: una casa vacía y yo gritando el nombre de quien me abandonó.
En cambio, el reemplazo es aún peor. Es un bosque sin neblina, donde claramente veo que no sólo me han dejado a un lado, sino que lo hicieron por un propósito, o mejor: por una persona. Que me abandonen y se retiren con las manos vacías, bien, podría entenderlo, pero que me abandonen para irse con otra persona, eso jamás. No voy a poder entenderlo, no pude entenderlo y no lo entiendo, ni quiero, ni pienso, ni nada. No. Es una negación absoluta, el reemplazo es sinónimo de sofocación, de que me falta el aire, de que me puedo morir inmersa en convulsiones sin remedio alguno.