Me quiero ir. Quiero llegar a Ezeiza, subirme a un avión y, en horas, aterrizar en Inglaterra. Siento que cada vez lo quiero más, que me surge una nostalgia de un recuerdo inexistente, como un déjà vu de algo que nunca estuvo, que nunca fue real. ¿Cómo puedo añorar ese país si nunca lo visité? No sé, lo único que sé es que quiero estar allá.