Nadie más que una madre sabe lo que es amar a un hijo, y obviamente un hijo es consciente del amor que siente hacia su madre, pase lo que pase, quiera aceptarlo o no. Si una madre siente tanto amor, ¿no debería alegrarse con la libertad y la felicidad de sus hijos? Los cambios duelen, la gente cambia, los niños crecen, las personas nos abandonan, es la vida, es inevitable. A veces hay que dejar volar a las personas que amamos y que nos hacen felices, por mucho que duela. Hay que pensar en la felicidad que produce esa libertad, abrirse a nuevas relaciones, nuevas experiencias, no tener tanto miedo a cambiar uno mismo, a que nos digan las cosas definitivamente de frente, como son. Nada de cuestionar las libertades ajenas. Suficiente. Alegrarse y dejar a los demás ser felices.