"Me senté al lado de la cama y le tomé la mano, mientras se la acariciaba se despertó.
—¿Sabés? Yo te enseñé a caminar.
—Sí, lo sé.
—Vaya paradoja, yo te acompaño en tus primeros pasos, y vos me acompañás en los últimos...
—No digas boludeces, Ezequiel.
Sonrió. Cerró los ojos un rato, cuando los volvió a abrir me dijo:
—He visto cosas que ustedes no creerían. Naves de ataque ardiendo sobre el hombro de Orión...
Está delirando otra vez, pensé. Volvió a sonreír, me apretó la mano. Cerró los ojos y se quedó dormido.
Nunca más los volvió a abrir."
—¿Sabés? Yo te enseñé a caminar.
—Sí, lo sé.
—Vaya paradoja, yo te acompaño en tus primeros pasos, y vos me acompañás en los últimos...
—No digas boludeces, Ezequiel.
Sonrió. Cerró los ojos un rato, cuando los volvió a abrir me dijo:
—He visto cosas que ustedes no creerían. Naves de ataque ardiendo sobre el hombro de Orión...
Está delirando otra vez, pensé. Volvió a sonreír, me apretó la mano. Cerró los ojos y se quedó dormido.
Nunca más los volvió a abrir."